viernes, 13 de febrero de 2015

Diálogo yo y Garamendi (continuación yo y el ladrón)

Al cabo de una semana, Garamendi volvió de veranear. Yo no había vuelto a pensar en lo que ocurrió cuando llamé a su casa y estuve hablando con aquel ladrón tan extraño, ya que el calor no me dejaba pensar mucho, la verdad. Total; que Garamendi me llamó cuando se me había olvidado todo por completo y me dijo:
-¡Hola buen amigo!
Yo, rebobinando todo lo que había pasado le conteste:
-¡Hola señor Garamendi! ¿Qué tal se lo ha pasado?
Él, con tono sarcástico me respondió:
-¡Pues genial! Aunque obviamente haber estado unas semanas sin un amigo tan fiel como tu, ha sido un poco triste la verdad.
Yo, desorientado le dije:
-¿Qué?
Garamendi medio riendose, contestó:
-No te hagas el tonto. Tú y yo sabemos perfectamente de lo que hablamos.
Pensativo, le respondí:
-Señor, no sé de lo que está hablando, sinceramente...
El señor, desesperado, me gritó:
-¡Idiota, la llamada con el ladrón!
Yo, extrañado sobre lo que estaba ocurriendo, le dije:
-Pe...pero, ¿usted como sabe eso? ¿¡Acaso ya lo tenía todo planeado!?
Garamendi respondió:
-Pues claro que si. El supuesto ladrón es mi primo. Él me ha contado todo lo que ha ocurrido en este tiempo. Él ha sido el que ha estado cuidando de la casa en mi ausencia. Solo era únicamente para ver si eras de fiar o no, pero ya se ha visto que no...
Yo, asombrado dije tímidamente:
-Uf, la verdad no se que decir... Le ha salido muy bien el plan, ¿ehh?
Él con tono de asombro ante mi respuesta, contestó:
-Pues muchas gracias, pero que sepas que ya no volveré a confiar en ti. Es que, si me hubieran robado de verdad, ¿en serio que le habría dejado llevarse completamente todo lo que aquel quisiera? Si es que desde que te conocí, sabía que había algo raro en tu forma de ser...
Yo, intentando defenderme, dije:
-Bueno, bueno... Perdone usted, pero mire:¡si no le gusta mi forma de ser, pues déjeme vivir tranquilo de una vez!
El señor Garamendi, ya fuera de su ser, me gritó con todas sus fuerzas:
-¿¡Y usted con quién se cree que está hablando!? ¡Un respeto al menos!, ¿no? ¡Qué se supone que somos amigos!
Para que me dejara tranquilo de una vez, le solté todo lo que pensaba:
-¡Pues no, la verdad es que no somos amigos! A mi usted nunca me ha caído muy bien la verdad, que quiere que le diga... ¡Así que ahora déjeme ya en paz!, ¿no cree? En fin... que adiós.
Garamendi, me respondió:
-¡Ah, osea que me ha estado engañando todo este tiempo ehh! Pues ala, le dejaré, le dejaré. ¡Adiós y no vuelva a llamarme nunca más!
-Yo, medio riéndome, le contesté:
-Venga que si, adiós.